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LA MUERTE

La muerte es personal e intransferible, nadie puede morir por nosotros, como no podemos retrasar ni cambiar la muerte de una persona por la de otra, la muerte es a la vez lo más individualizador e igualitario: en ese momento nadie es más ni menos que nadie.
Otra cosa más sabemos de la muerte, morirse no pertenece a persona s mayores ni enfermas, desde el primer momento que empezamos a vivir estamos preparados para morir. Por muy sanos que estemos no es raro morir y no es algo raro. Montaigné lo señaló muy bien: ”No morimos porque estemos enfermos sino porque estamos vivos”. Esto quiere decir que siempre estamos a la misma distancia de la muerte, nadie puede sentirse medio muerto de verdad. Resumiendo lo fundamental de la muerte es que nunca podemos estar a resguardo de ella la muerte aunque no siempre sea probable, siempre es posible.
Todo lo que sabemos acerca de la muerte es muy seguro, pero nadie puede contar como se vive desde uno mismo, se suele saber lo que es morirse, pero no lo que es morirme. Pero para dar sentido a la muerte e intentar explicar un poco el morirme siempre ha estado la religión, si la muerte no existiese no habría dioses.

Las leyendas más antiguas no pretenden consolarnos de la muerte sino intentar explicar cómo evitarla. Pone 2 ejemplos: la historia del héroe Gilgamesh y su amigo Endiku y la Odisea de Homero. En cambio otras posteriores como la cristiana, prometen una existencia más feliz y luminosa que la vida terrenal para los que cumplan los preceptos de la divinidad ( al contrario para los que no les cumplan). Además de las religiones y creencias también explica las posiciones de Miguel de Unamuno y Jugo. La forma de más sobria de afrontar este hecho: sabemos que vamos a morir, pero no podemos imaginarnos muertos, la utiliza William Shakespeare en Hamlet.

Cuando alguien muere sentimos dolor, pero cuando pensamos en nuestra muerte sentimos miedo. Algunos temen que lo que haya después de la muerte sea aterrador, otros por el contrario piensan que no hay nada, más aterrador aún ya que es mucho peor no ser nada que ser alguien que vive en malas condiciones. Acerca de esto Sabater nos explica las reflexiones de Epicuro. Además de Epicuro, también explica unos versos de Lucrecio que hablan sobre lo terrible que es ser o no ser.

LA MUERTE ENTRE LOS ANTIGUOS MEXICANOS

En efecto, nuestros Viejos Abuelos definieron como un par de opuestos complementarios a la vida y a la muerte. Dualidad que se opone y al mismo tiempo se necesita, PUES NO PUDE HABER VIDA SIN LA MUERTE Y MUERTE SIN LA VIDA.Los antiguos Toltecas, los hombres de conocimiento del México Antiguo, pretendían en sus majestuosos Centros de Conocimiento, hoy llamados zonas arqueológicas, llegar a la vida eterna a través de la "muerte" de la vida mundana. Es decir, que sólo ante la muerte de los apegos terrenales el espíritu quedaba libre, para iniciar el luminoso viaje hacia la vida eterna. Por ello, en su iconografía, desde los olmecas del preclásico, pasando por los toltecas del clásico, hasta el postclásico decadente de los aztecas, la osamenta en todos los gravados, pinturas y esculturas, representaba la vida eterna, ya que lo último que tarda en destruirse de un cadáver es la osamenta (es lo que queda de la vida material).
Porque para ellos la vida en la tierra era totalmente pasajera, presuponían que tenemos los seres humanos un destino más importante, un lugar en lo inconmensurable a donde deberemos llegar después de transitar por esta existencia terrenal. La muerte es un paso a la vida eterna.Asumían al ser humano como un Guerrero. Un luchador de las fuerzas cósmicas que rigen al universo y de la cual ellos forman parte activa. Los Guerreros se formaban en el Calmecac, escuela de altos estudios que permitía que el aspirante, ya sea hombre o mujer, se forjara como un "Guerrero del Espíritu", ya que él debía iniciar una descomunal batalla en lo más profundo de sus adentros, !contra sí mismo!. Contra las debilidades de su espíritu y las tentaciones de la materia. A esta lucha le llamaron poéticamente "La Batalla Florida". Esta guerra se libraba con "Flor y Canto", es decir con las armas del arte y la sabiduría y en lo profundo del individuo. El objetivo de esta impecable batalla era "florecer el corazón y darse como alimento a los seres queridos" . Esta augusta Batalla Florida forjaba "rostros propios y corazones verdaderos" entre los hijos de los hijos de los Viejos Abuelos durante muchos siglos que duró el esplendor del México Antiguo.De esta manera debemos entender y comprender que nuestros antepasados tenían un profundo interés por la vida espiritual y la trascendencia de la existencia. Que llegaron a niveles de conocimiento espiritual y energético del ser humano, tan grande y avanzado, que hoy todavía no los podemos entender cabalmente, pero que siguen siendo vigentes y vitales, para la existencia humana.En la memoria histórica del Anahuac encontramos que nuestros Viejos Abuelos tenían cuatro lugares a donde irían los muertos, según se hubieran comportado a lo largo de toda su vida. El primero era el más importante y apreciado, se llamaba "Ilhuicatltonatíuh", luminoso lugar reservado para aquellos Guerreros del Espíritu, hombres o mujeres, que habiendo dedicado toda una vida a la "Batalla Florida" habían logrado "florecer su corazón". Así, los "Guerreros de la Luz" acompañaban al Sol del amanecer al cenit en su ascendente carrera, venciendo a las fuerzas gravitacionales que arrastran a la materia a las obscuridades de la ignorancia. Las "Guerreras de la Luz" también acompañaban al Sol, pero desde el cenit hasta el atardecer, hasta que naufragaba en el inframundo, señorío de Mictlantecutli "El Señor de la Muerte".El segundo lugar llamado "Chichihuacuacho" que era a donde iban los muertos en el México Antiguo, estaba reservado para aquellos niños que morían de recién nacidos a tierna edad. Este lugar era como un paraíso en el que había un inmenso árbol del que caían gotitas de leche de sus ramas y los niños al alimentarse de ella, vivían felices en este "paraíso infantil" en el que se suponía vivirían los infantes hasta el nacimiento del sexto Sol, tiempo en que nacerían de nuevo.El tercer lugar llamado "Tlalócan" estaba reservado para los que morían de causas relacionadas con el agua, como los ahogados, muerte por rayos, los leprosos y hidrópticos. El Tlalócan la mansión de la luna, era un paraíso en el que había condiciones ideales, un lugar agradable y fresco.Finalmente existía un lugar para quienes no habían alcanzado la muerte luminosa del Guerrero, ni la muerte tierna del niño, ni la muerte sagrada asociada al agua. Lugar en verdad terrible porque significaba la nada, la muerte estéril producto de una vida vacía, la muerte sin consecuencias y sin trascendencia; la muerte para nada. Este es el cuarto lugar donde iban los muertos, según los antiguos mexicanos, era el Mictlán. Lugar a donde iban los que morían de muerte natural, fueran señores o macehuales, sin distinción de rango ni de riquezas.Después del funeral, el muerto en cuestión tenía que cruzar por un largo y caudaloso río llamado Apanohuaya, para lo cual necesitaba de la ayuda de un perro (techichi). Posteriormente ya despojado de sus vestiduras tenía que cruzar entre unas montañas que siempre estaban chocando una contra la otra y que se llamaban Tépetlmonamictia. Después tenían que pasar por un cerro erizado de filosos pedernales, para a continuación atravesar ocho colinas llamadas Cehuecáyan, en donde siempre estaba cayendo una terrible tormenta de nieve, después tenía que cruzar 8 llanuras en donde un gélido viento cortaba como navaja. Después tenía que seguir un camino en donde era flechado por "los tiradores de lo desconocido". A continuación se encontraba con el Teocoyleualoyan, inmenso tigre que le comía el corazón, para sin él, caer en el Apanviayo, en cuyas aguas negras se encontraba la terrible lagartija Xochitonal. Es entonces que había concluido el doloroso viaje de sufrimiento, presentándose ante el mismo Señor de la Muerte(Mictlantecutli) quien le diría al difunto ... "Han terminado tus penas terrenales, vete pues, a dormir tu sueño mortal". Después de 4 años de viaje por el Mictlan, !la nada era su destino final!.Es así como nuestros Viejos Abuelos interpretaban a la muerte desde el aspecto filosófico. Este Patrimonio Cultural sigue vivo y presente en nuestra cultura, que no refleja más que la visión milenaria de nuestras raíces. La fiesta de los difuntos o las de Tonatzin-Guadalupe, es la presencia viva e innegable de nuestro "corazón indígena". Los mexicanos contemporáneos somos indígenas en lo filosófico y en lo espiritual. Nuestra relación profunda con la vida, la muerte, la familia, la naturaleza, la amistad, el trabajo, están más cerca de nuestra Cultura Madre, que de la cultura Occidental.

LOS EGIPCIOS

Para los egipcios nada era más importante que alcanzar la vida eterna y hacían cuanto estaba a su alcance para llegar allí. Desde hechizos rituales, hasta embalsamados y construcciones de magníficas tumbas, cuanto más dinero tenían, más gastaban en su preparación para la muerte.

El primer paso en la momificación era remover los órganos internos, mediante un corte en el costado del cuerpo. El corazón –reconocido como el centro de la inteligencia y de la fuerza de la vida- era dejado en su lugar, pero el cerebro era retirado a través de la nariz y desechado. Los órganos restantes eran guardados dentro de los vasos canópicos.Luego el cadáver era empaquetado, cubierto con natrón seco (una especie de sal), y dejado para deshidratar durante 40 días. Entonces el cuerpo era empaquetado con lino embebido en resina, natrón y aromáticas y se le bloqueaban las cavidades. Finalmente, se cubría con resina y se vendaba, a la vez que los sacerdotes colocanban amuletos entre capa y capa. Todo el proceso –acompañado por hechizos y oraciones elaboradas- tomaba cerca de 70 días, pero preservaba el cuerpo durante miles de años.

LIBRO DE LOS MUERTOS

El Libro de los Muertos evolucionó de los “Textos de las Pirámides” del Imperio Antiguo –los textos funerarios más antiguos del mundo. Estos hechizos y rituales eran inscriptos únicamente en los muros de las tumbas de los egipcios de clase alta. Para la época de Imperio Medio, estos secretos se hicieron disponibles para cualquiera que pudiese afrontar un ritual funerario, y eran grabados dentro de los sarcófagos, para que las momias pudiesen “leer”. Con el tiempo, los “Textos de los sarcófagos” se converitirían en el Libro de los Muertos, utilizado durante el período del Imperio Nuevo.Como el corazón era el centro de la vida para los egipcios, cuatro hechizos estaban dedicados a proteger este órgano del muerto. El hechizo número 23, la “apertura de la boca”, también era crucial ya que restablecía los sentidos de la momia, para la vida después de la muerte.

Los ataúdes más antiguos eran simples cajas rectangulares de madera decoradas con ojos (para que el muerto pudiera ver) y “Textos de Sarcófago”. Solían tener un puerta falsa a través de la cual el muerto pudiese “salir”. Durante el Imperio Medio, se hicieron populares los ataúdes con forma humana, decorados con bandas horizontales y verticales de hieroglíficos, asemejándose a los vendajes de la momia.Los ataúdes eran pintados ricamente (o dorados si eran de la realeza), por dentro y por fuera, con escenas de entierros, textos funerarios, dioses y diosas y escarabajos alados. Una “columna vertebral” blanca pintada en la parte posterior detallaba los ancestros del difunto. Con frecuencia había un tablón pintado con forma humana llamado tablón de la momia, cubriéndola en el ataúd interior. Luego, hasta cuatro ataúdes anidados eran ubicados en un sarcófago rectangular, con una tapa en la cual se sentaba el dios de cabeza de chacal, Anubis, para otorgar protección.

PLATÓN: Platón considera que filosofar es prepararse para morir, pero prepararse para morir no es otra cosa que pensar en la vida(mortal en que vivimos. El saber que vas a morir es lo que hace que tu vida sea única e irrepetible. Todos las tareas y empeños que hacemos o ponemos en nuestra vida lo utilizamos para resistir ante la muerte. Es la conciencia de la muerte la que convierte la vida en un asunto muy serio para cada uno.
CRISTIANISMO: Al contrario que las leyendas más antiguas que intentaban explicar la inevitabilidad de la muerte, el cristianismo promete una existencia más feliz y luminosa que la vida terrenal para quienes hayan cumplido los preceptos de Dios, si no se cumplen se tendrá una existencia de refinadas torturas. Lo que quiere decir que si cumples las leyes establecidas por Dios tendrás una existencia (que no es vida porque no estamos hablando de otro mundo material) feliz y tranquila, pero si en la vida no haces caso a esas leyes y no te mereces ese acceso a la vida feliz, tu existencia será una amargura constante.
EPICURO: Este sabio con su obra Carta a Meneceo, trata de convencernos de que no hay que tenerle miedo a la muerte si reflexionamos sobre ella. Epicuro afirma que los verdugos y horrores infernales no son mas que fábulas que no deben asustarnos a la hora de pensar en la muerte ya que nunca vamos a coexistir con la muerte, si estamos nosotros no puede estar la muerte y al contrario. Es decir según Epicuro nos morimos, pero nunca estamos muertos. Lo temible sería si coexistiésemos con la muerte y quedarse de algún modo presente, pero sabiendo que uno ya se ha ido del todo.
LUCRECIO: Lucrecio planteaba que si habíamos estado tanto tiempo sin ser ( antes de nacer ), si volviésemos al mismo sitio ( si existe ) del que partimos. Esto lo constató con unos versos inolvidables:

CONCEPTO PSICOLOGICO

Problemas psicológicosEl hombre no puede escapar a la confrontación con la muerte. En su aproximación a este desenlace encuentra que no tiene más que dos posibilidades: o bien hay una vida después de la muerte, o no la hay. En cualquiera de estas dos formas, el hombre occidental concibe ordinariamente su propia muerte comouna extinción repentina, como algo que llega a su cuerpo sin beneficio alguno. Esta actitud le hace llegar hasta las últimas posibilidades de prolongación de su vida física, lo que funciona como una especie de control psicológico colectivo, haciéndole fijar su atención sobre los aspectos cuantitativos de la vida humana, ignorando a menudo los valores cualitativos.Pueden crearse otros problemas por la actitud de los adultos hacia la muerte. Para mantener a los niños a resguardo de la existencia de la muerte, los padres pueden mantenerlos separados de las realidades del fin de la vida humana.La muerte es un tema incómodo para los padres, como lo sería hablar de sexo, pero es de suma importancia. Si los niños no obtienen las respuestas de ti, las obtendrán distorsionadas de otro lado. Tenemos que educarlos para que vean a la muerte como un proceso natural de la vida.
- A los niños tenemos que hablarles según su edad y nivel de madurez. Con la verdad pero sin dar información de más.
- Pensar en todo momento que hablarles de suicidio o muerte no es darles ideas, es prevención pura.
- Tenemos de dejar que los niños se despidan y cierren círculos. Ellos también viven un duelo y debemos acompañarlos en él.
- Incluirlos en el suceso y los funerales. Sí llevarlos al velorio, pero protegerlos de las manifestaciones descontroladas de dolor por parte de otros miembros de la familia.
- Preguntarles y permitirles ver el cadáver si así lo quieren cuando sea un familiar muy cercano y las condiciones del cuerpo lo permitan. Advertirles que lo que verán tal vez no es exactamente lo mismo que esperan ver.
- Definir términos como funeraria, cremación, alma y esas cosas que damos por hecho que el niño entiende.
- Para eliminar la idea de de la muerte con una calaca, tenemos que revisar si consideramos muerte como destino o desgracia.
- Validar sus primeras pérdidas, como la de la mascota, para que estén listos para pérdidas mayores.
- No dar largas explicaciones ni sermones acerca de cómo debería de sentirse el niño.

Se ha demostrado que esto es una actitud ineficaz y nociva. En verdad, esta manera de actuar entorpece el desarrollo emocional del niño y manifiesta más las angustias de los adultos en relación a la muerte, que la capacidad de los niños de hacer frente a esta realidad.El humor depresivo, el temor de la pérdida, el insomnio, los síntomas esquizoides y diversas perturbaciones psicosomáticas revelan su parentesco con la inquietudes en relación a la muerte. Incluso, varios investigadores han llegado a la conclusión que el temor a la muerte es el factor traumático más típico para desencadenar una demencia senil.Conocimiento y muerteEntre otros: Feifel, Eissler, Johnson, Spielberger, Kübler-Ross han demostrado que el pensamiento de la muerte es una fuente de angustia para el hombre. La ansiedad es un estado caracterizado por sentimientos subjetivos conscientemente percibidos de aprensión y de tensión asociados a una activación del sistema nervioso autónomo. El estado de ansiedad causa cambios cognitivos y de percepción. El resultado primario del temor de la muerte, trayendo como consecuencia el desarrollo de estados de ansiedad, es una distorsión fundamental de la manera en que somos conscientes del mundo. Este temor nos impide concebir la muerte como un fenómeno natural, como el destino de todos los seres sensibles y como un desenlace fundamental en la naturaleza en su proceso constante de transformación de todas las cosas.Por otra parte, el instinto de conservación, una de las causas primeras de este temor, puede tener su origen en el anhelo inconsciente del hombre de ser eterno. Para enfrentar, en un estado ordinario de consciencia,a este modo de ser «eterno», el hombre niega la muerte, dándole una connotación de tabú. Probablemente, este deseo inconsciente de ser eterno es una de las razones más poderosas por la que el hombre se interroga sobre la naturaleza de la muerte y del más allá. El desea aprender sobre los misterios de la muerte. Sin embargo, su capacidad real de aclarar esta interrogante al interior de su modo de conocimiento del universo le parece que está más allá de su poder. El se siente vencido ante tal dilema y puede llegar a experimentar miedo, reprimiendo su búsqueda. En este contexto, don Juan (Castañeda) dice: «El temor es un enemigo terrible, tramposo y difícil de dominar. Él permanece oculto en cada recodo del camino, merodeando, esperando. Y si el hombre, aterrorizado por su presencia, huye, su enemigo habrá puesto un término a su búsqueda.»Una razón probable del temor de la muerteEn un estado ordinario de consciencia, nosotros asimilamos e interpretamos las percepciones de los sentidos en unidades de significación. Contemplamos el mundo alrededor de nosotros y nuestros ojos seleccionan ciertas informaciones que serán más tarde «archivadas» como una representación parcial de la realidad física. Nuestros sentidos no son capaces de asir la totalidad de la forma en la que se manifiesta la existencia - cambiante e intercambiable - del universo exterior e interior. Vemos el mundo como compuesto de cosas diferentes, separadas las unas de las otras por el espacio, y en consecuencia somos conscientes de una imagen del universo en tanto que entidades más o menos estáticas. Si contemplo, por ejemplo, el sólido y bello edificio del Parlamento, tendría la experiencia de esta construcción como de algo casi eterno. No pensaría por un instante la posibilidad de que los agregados que componen ese determinado edificio no estaban allí hace 500 años, y tampoco pienso en que esos agregados de moléculas y de átomos estén en movimiento y en cambio perpetuos. No puedo ver cómo ese edificio envejece, sin embargo, a cada segundo esta construcción aparentemente tan sólida está en constante deterioro y - aun siendo bien conservada y restaurada - a la larga esos agregados, dispersos por el viento del tiempo, dejarán de estar allí. Este resultado psicológico de la dimensión cognitiva nos vuelve apenas conscientes de los cambios que ocurren del nacimiento a la vejez en el camino hacia la muerte que se producen en nuestros cuerpos en este momento mismo. Este modo humano específico de aprehensión de la realidad es probablemente la causa principal de la conceptualización del universo de una manera dualista que hace una separación neta entre el Yo y Tú, el cuerpo y el espíritu, la vida y la muerte.

LA SANTA MUERTE

Ideales del Venerador
Además es un culto que ve a la muerte como algo innegable en la vida, una ley natural y que se tiene que aceptar. Se entiende a la muerte como un ser sufriente que se encarga de un trabajo penoso, que se le dio un gran poder pero una carga aún más grande. Recibe su poder de Dios, a quien obedece, al ser la muerte un elemento indispensable para la vida. Bajo esto se ve a la Santa Muerte más como un ángel que como cualquier otra cosa.
"La muerte es justa y pareja para todos pues todos vamos a morir". Este es el ideal principal de la personalidad que se entiende de la Santísima (como también se le conoce) por lo que cuando se pide algo se sobreentiende que no es recomendable pedir nada negativo para una persona. Al pedir algo a la Santísima se puede o no ofrecer alguna ofrenda a cambio, mismas que pueden variar en todo sentido, pueden ser desde algo material como veladoras o mejoras al altar o cosas simbólicas como el cantarle, "echarse un tequila juntos", sacarla a pasear o vestirla de fiesta, también son válidas cosas como hacer las paces con algún familiar, cambiar algún habito o cualquier cosa que dicte el corazón e imaginación del orante. La Santísima espera que se le cumpla lo que se le dice, por lo que es más recomendable no ofrecer nada a cambio del favor que ofrecer algo que no se tiene la seguridad de cumplir o que puede ser olvidado.

Mercado de Sonora, Ciudad de México

El trato que se tiene a las imágenes de la Santa Muerte y el culto en general es un trato más de sinceridad y compañía, algo muy diferente del habitual temor a los rituales religiosos. El caso es tratar a la imagen como un miembro más de la familia y mostrarse ante ella sin temerle ni faltarle el respeto.
Cuando una persona se informa sobre el culto, la primera información que recibe es que se debe retractar antes de iniciar, si es que tiene algún temor al respecto y que nunca deberá faltarle el respeto a la Santísima. El trato que debe de recibir debe ser el mismo que se le da a una persona real por lo que es muy común poner dulces en los altares, que se platique con la imagen en voz alta, o que se tome junto a los altares. Se trata de hacer con la Santísima lo mismo que con los amigos más respetados que tenemos.
Un venerador tiene como ideales el evitar toda actitud que límite la vida humana, como los miedos, las tristezas, el odio, envidias, etc. Psicológicamente, desde que se empieza a analizar los miedos y a irlos perdiendo, ya sea confrontándolos o aceptándolos como es el caso del hecho de que vamos a morir, la persona tiende a reflexionar más sobre lo que en verdad quiere de la vida y las cosas que lo hacen feliz.
Este culto se basa en el respeto, así que no va en contra de ninguna religión, aunque en el caso de la cristiana, esta va en contra del culto a la muerte pues cuando Cristo resucitó al tercer día, la venció para quitarle su poder sobre la humanidad y así podamos tener resurrección juntamente con Cristo.

Formas de culto
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Las estatuas tenebrosas se hacen en colores rojo, blanco, y negro (para el amor, la suerte, la protección, respectivamente). Las ofrendas a la Santa Muerte incluyen flores, tequila, comida e incluso tabaco y marihuana. Las capillas públicas a la Santa Muerte se adornan con rosas y botellas de tequila, y se encienden velas en su honor.

Iglesia de la Muerte. Curioso nombre de una antigua iglesia católica en el sur Italia.
En México los principales elementos característicos de la estatuilla de la "Santa Muerte" son una balanza que representa la justicia, una guadaña con la que cosecha las almas y un pequeño mundo que carga en una de sus manos representando su impacto en el mismo, y un reloj de arena que señala el paso del tiempo. La figura es humanoide andrógina aunque tiende a tener más semejanza con la figura femenina, esto debido a la idea de que si nacimos de una mujer, morimos por una. Es un esqueleto cubierto con una túnica que cubre todo menos la cara y las manos.
En la frontera entre México y los Estados Unidos se hacen y se venden al público novenas de la Santa Muerte, medallas, y velas. De manera similar a otras culturas alrededor del mundo, las figuras de viejos cultos en México están sincretizados a veces como santos.
Por otra parte, puede representar simplemente una reinterpretación religiosa de la gente tradicional y católicos, ortodoxos practican el rezo para recibir una muerte bendecida en un estado de tolerancia. Sus rezos, oraciones, y los novenas contienen a la Trinidad. Mientras que existe una cierta visión de la Santa Muerte como figura de la magia negra, existen otras opiniones de ella como, específicamente, un Santo católico digno de veneración.

La Iglesia Católica ha condenado su devoción, por una cuestión teológica basada en la cita del Apocalipsis de San Juan, donde se menciona que la Muerte será lanzada a un pozo de lava hirviendo:

La Iglesia católica no reconoce esta devoción; de hecho la rechaza y continuamente
recuerda a sus fieles que venerar esta imagen es un acto sacrílego, pues, argumenta,
la muerte no puede ser personificada, sólo representa una etapa de paso, un tiempo
transitorio hacia la vida trascendental del espíritu. En el semanario de la Arquidiócesis
de México, Desde la fe, se puede leer:
Dios creó la vida, pero la vida del hombre es pasajera y limitada. Cuando ésta
termina, se declara a la persona muerta. Por lo tanto, la muerte no es un ser
o personaje existente. Por el pecado el hombre muere, pero por la resurrección
de Cristo el hombre tiene la vida eterna. Los cristianos no buscamos la
muerte, sino la Vida que Dios nos ofrece […] La muerte, para los católicos, es
consecuencia del pecado; por lo tanto, un católico sensato no debe venerar
como “santa” a la muerte.
Así, la imagen de la Santa Muerte no está presente en los templos católicos; sus altares
son instalados por los fieles en sus casas, en espacios reservados especialmente para
colocar la figura o el cuadro de La Santísima, que acompañan con veladoras, flores
y otras ofrendas como dulces y manzanas.
Otro espacio que los devotos han privilegiado para levantar sus altares es el de la
calle. Justamente los altares callejeros son un rasgo característico, aunque no exclusivo,
de este culto. Quizá tal peculiaridad pueda explicar, en cierta medida, la expansión de
esta devoción en la última década, puesto que la presencia pública de la imagen de la
Santa Muerte en los lugares donde cotidianamente transita la gente seguramente ha
favorecido que muchos fieles la conozcan y se sientan atraídos por ella. En la Ciudad
de México existen varios altares callejeros dedicados a la Niña Blanca, en la mayoría de
los cuales, dentro de una vitrina, se coloca una figura de bulto de la santa, de uno o dos
metros de altura. El más antiguo data de 2001 y está ubicado en Tepito, en el núm.12
de la calle de Alfarería, entre Mineros y Panaderos, al cuidado de la señora Enriqueta
Romero. Además de éste se hallan otros, como el de la calle de Dolores, en el Barrio
Chino, en un local comercial abierto al público, en el cual se ofrecen servicios de consejería
espiritual; o el de “La Santa Muerte de los Tres Deseos” (pues evoca la salud, el
dinero y el amor), que está en la calle Cairo núm. 163, en la colonia Romero Rubio.10
En la calle de Alfarería, el altar está constituido por un portal de láminas rodeado
de toda clase de ofrendas florales y frutales, exvotos, veladoras, dulces, billetes,
monedas, bebidas alcohólicas, cigarros y puros, los cuales, afirman los fieles, son los
predilectos de su santa

La escultura de la Señora Blanca mide dos metros; doña
Enriqueta Romero —quien, a decir de ella misma, tiene cerca de cuarenta y nueve
años rindiéndole culto—11 y su familia la visten de Virgen o catrina y con ropaje
de distintos colores, dependiendo de la temporada y las demandas de los fieles. El
primer día de cada mes, la Santa Muerte estrena vestimentas. De su ropaje cuelgan
pulseras de perlas o de oro o plata con incrustaciones de piedras preciosas; son
ofrendas o exvotos de quienes le agradecen algún milagro o favor concedido.

en Alfarería la administración del culto está a cargo de doña
Enriqueta Romero, quien no funge tanto como sacerdotisa sino como organizadora
y administradora de los rosarios, la fiesta patronal de la Santa Muerte y todo acto
litúrgico que en este espacio se lleva a cabo. En todas estas actividades existe una
Al mismo tiempo, doña Queta es muy querida por los fieles, pues parte de los ingresos
que obtiene de la devoción por la Santa —en su tienda de artículos religiosos y por
las limosnas que los fieles depositan— la usa en ocasiones para ayudar a quienes
se acercan a pedirle auxilio para saldar una deuda, pagar una fianza, solventar los
gastos de una operación o la curación de algún familiar. Por otra parte, el altar de
doña Queta ha servido como “modelo” para altares que otras personas, sobre todo
mujeres, han levantado en colonias cercanas y no tan próximas a Tepito, como la
colonia Martín Carrera o Ciudad Nezahualcóyotl, en el Estado de México. Ellas han
erigido sus propios sagrarios y en ellos organizan rosarios en días y horas distintos
de los de Alfarería, así como peregrinaciones desde tales puntos hasta el altar de
Tepito. Estas personas parecen ser las promotoras del culto en distintas colonias
de la Ciudad de México y la periferia. Así, pues, aunque algunos autores como Alfonso
Hernández13 establecen una relación de identificación cabal entre el culto y la
propia identidad barrial tepiteña, los fieles de la Niña Blanca no son únicamente los
oriundos de Tepito o los actuales habitantes de ese barrio, muchos de ellos llegan
desde Chimalhuacán, Ciudad Nezahualcóyotl, el Valle de Chalco, la colonia Martín
Carrera, Río Consulado y la colonia Gabriel Hernández —e incluso de otros estados
como Querétaro y Puebla— a visitar a la Flaca.
En el altar de Alfarería es posible apreciar una expresión de religiosidad popular
católica en su sentido más estricto,14 pues, aunque doña Queta, su familia y sus

allegados organizan y coordinan los rezos, no han fundado una nueva religión en
torno del culto a la Santa Muerte. Como la gran mayoría de los devotos, ellos se
consideran católicos y creen en Dios, la Virgen y los santos, pero a su fe en Cristo
han incorporado su fe en La Santísima.
Por otro lado, parece que las redes sociales y de solidaridad tejidas en este
espacio son muy importantes para los devotos, especialmente entre aquellos que han
asistido de forma regular durante años a los rosarios, así como entre los creyentes y
doña Queta. Muchos de ellos ya tienen espacios asignados de manera permanente
para colocar sus altares, por lo que se conocen y organizan para hacer ofrendas
conjuntas a la santa. Precisamente, el intercambio de ofrendas (desde bombones,
manzanas y estampas hasta pulseras y “colguijes” con la imagen de la Santa) es una
actividad central en el ritual previo y posterior a los rosarios, pues facilita el contacto
y el intercambio de objetos y “energía” entre los fieles.
En contraste con esta modalidad del culto a la Niña Blanca se encuentra una
vertiente a la que puede reconocerse como “heterodoxia institucionalizada”,15 ya que
ha sido incorporada a una institución religiosa y eclesiástica que se autodenomina
“católica” pero no “vaticana”: la Iglesia Católica Tradicional México-Estados Unidos.
En la Parroquia de la Misericordia —sede de esta Iglesia— se fundó el Santuario
Nacional de la Santa Muerte, ubicado en calle Bravo núm. 35, colonia Morelos. Lo
dirige Mons. David Romo Guillén, el líder espiritual de la Iglesia Católica Tradicional
México-Estados Unidos, Misioneros del Sagrado Corazón y San Felipe de Jesús. El
santuario fue erigido dentro de la parroquia puesto que, se cuenta entre los creyentes,
la Santa Muerte se manifestó en ese sitio para que allí se levantara su centro de
adoración; la prueba de esta revelación está inscrita en una de las paredes en que se
encuentra la imagen de la santa. En el interior de la iglesia se halla el altar principal
dedicado al Sagrado Corazón de Jesús; a un costado está ubicado el de la Santa
Muerte, donde se aprecian varias imágenes de la misma, cada una con su nombre
(por ejemplo, Fe, Caridad, Milagros).
La liturgia, el mito de origen y los símbolos utilizados en la Iglesia Católica
Tradicional están estrechamente ligados al universo de significación y las prácticas
del catolicismo; no obstante, el papa no es reconocido como autoridad máxima y se
niegan las reformas promovidas por el Segundo Concilio Vaticano. Por otra parte,
esta Iglesia acepta que los sacerdotes contraigan matrimonio,16 promueve el uso del
condón femenino y masculino, el de la píldora de emergencia, acepta el aborto en
casos de violación y se manifiesta en contra del mito de la virginidad. Además, abre
las puertas a homosexuales y travestis; sin embargo, hay un punto en el que esta
Iglesia demuestra las limitaciones de su apertura: el rechazo a la posibilidad de que
una mujer sea ordenada.

Si bien a lo largo de la misa se mantiene la misma estructura que en la Iglesia
Apostólica Romana, el “Yo pecador” y el “Padre nuestro” se dicen en latín, además
de que la consagración del cuerpo y la sangre de Cristo se realizan de frente al altar
y de espaldas a los feligreses. Durante la ceremonia, la Santa Muerte es mencionada
en la primera lectura del sermón y en el Evangelio; fuera de ellos, Cristo es el elemento
principal del acto ritual
Dentro de la Iglesia Católica Tradicional existen dos vertientes que explican
la presencia de la Santa Muerte en el mundo espiritual de la doctrina católica. La
primera de éstas la ubica en algunos pasajes bíblicos: Génesis 2:17; Génesis 3:19 y
Ezequiel 37. La segunda vertiente explica la veneración de la Santa Muerte a partir
del sincretismo religioso resultante de las prácticas prehispánicas de los antiguos
mexicas y las de la propia religión católica en la Colonia, durante la cual, se plantea,
las procesiones de Semana Santa eran encabezadas por la Muerte sentada en un
trono, coronada y portando una guadaña, lo cual representaba la victoria momentánea
de ésta sobre Cristo.
En abril de 2005 se le retiró el registro como asociación religiosa a la Iglesia
Católica Tradicional México-Estados Unidos. Según la Subsecretaría de Asuntos Re- ligiosos de la Secretaría de Gobernación, dicha asociación cambió su objeto religioso
de catolicismo tradicional con culto tridentino por la advocación a la Santa Muerte,
violando el artículo 29 de la Ley de Asociaciones Religiosas. Al respecto, David Romo
Guillén sostiene que Gobernación ha cedido a las presiones de la jerarquía católica,
para la cual el culto a la Santa Muerte ha impedido se posicione con éxito el de san
Juan Diego como referencia central entre campesinos, indígenas y sectores populares.
El sociólogo de las religiones Bernardo Barranco escribe: “Preocupada por la
pobre recepción del indio del Tepeyac, la Iglesia católica busca minar el culto hasta
ahora vigoroso y dinámico por la Santa Muerte. Según Romo Guillén, se pretende
perpetuar las devociones guadalupanas para regir los sentimientos religiosos del
pueblo mexicano”
A raíz de este hecho, los fieles de La Santísima, encabezados por Romo, se
volcaron en procesión por las calles la Ciudad de México para demostrar su descontento.
Así, el desconocimiento oficial del culto a la Niña Blanca no disminuyó su
práctica efectiva. Romo Guillén, además de encabezar el Santuario Nacional, preside
ceremonias en honor de la santa en algunos altares del Distrito Federal.
En este sentido, tanto doña Queta como Romo han establecido redes de altares
en colonias cercanas a Tepito y a la colonia Morelos. Ambos han extendido su
influencia en distintos puntos. El conflicto entre estos dos líderes es evidente: doña
Enriqueta desconfía de Romo por considerar que lucra con la fe de la gente y porque
ha hecho de la devoción por la Niña un negocio; por su parte, Romo se enorgullece
de presidir el Santuario Nacional y por haber institucionalizado el culto, y asegura
que los rosarios de Alfarería no se comparan con las misas que él oficia.
Lo cierto es que tanto a Alfarería como a Bravo acuden cientos de fieles todas
las semanas, y que algunos van o han ido a los dos altares. Incluso el culto se ha
extendido —pues hay muchos fieles emigrantes— a Los Ángeles y Nueva York.20
De igual manera, fuera del Distrito Federal se rinde culto a la santa, y se pueden
encontrar altares en su honor en los estados de Hidalgo, Morelos, Guerrero, Veracruz,
Tamaulipas, Campeche, Nuevo León y Chihuahua.

En este sentido, la adoración de la Santa Muerte rebasa el alcance de la Iglesia
tradicionalista de Romo Guillén o de cualquier altar local, pues las inclinaciones hacia
la santa son heterogéneas y van desde las proclives a la comercialización y las santeras
hasta las manifiestamente demoniacas. El mismo Barranco señala: “La identidad de
la Santa Muerte es heterogénea y ambigua porque esta deidad refleja y es expresión
de sectores excluidos por la sociedad como es el mundo de la economía informal”.21
La base social del culto está integrada por personas que comparten una condición
de fragilidad o vulnerabilidad social y son excluidas de los mercados formales de la
economía, de la seguridad social, del sistema jurídico y del acceso a la educación, o
que forman parte de un amplio sector urbano y semirrural empobrecido.

Aridjis, en su novela La Santa Muerte,afirma que en este culto se hacen evidentes
los dos Méxicos que concurren ante el fenómeno: “El de la gente que pide favores o
milagros para tener trabajo, salud, comida, y el de los hombres del poder económico,
político o criminal, quienes curiosamente le solicitan venganzas o muertes”Por un
lado, los sujetos que viven al margen de la ley se han posesionado de la dimensión
simbólica de la deidad. Periodistas como Sergio González Rodríguez han denunciado
que la devoción por la Santa Muerte sustenta religiosamente a aquellos sectores delictuosos
dominantes, creando códigos propios de organización y de poder simbólico
que los legitima en ciertos sectores de la sociedad.24 Por ejemplo, en la región norte
del país, el culto va acompañado de la veneración a Jesús Malverde, el “santo de los
narcos”, cuyas imágenes aparecen continuamente en los domicilios que catean las
autoridades cuando detiene a grupos por tráfico de drogas. En la propia Ciudad de
México, a unos cuantos metros del edificio de la Procuraduría del Distrito Federal,
en la colonia Doctores, se encuentra un altar dedicado a tres santos, dos de ellos no
reconocidos por la Iglesia católica: en el centro está Malverde, a su izquierda se halla
San Judas Tadeo y, a su derecha, la Santa Muerte. Del mismo modo, grupos como
la Mara Salvatrucha se han refugiado en la adoración de la Santa Muerte, imagen
que los representa y protege.

Al mismo tiempo que en estos últimos quince años se han multiplicado los
centros de veneración y las casas y templos callejeros, se ha incrementado el consumo
de artículos relacionados con imágenes y representaciones que se venden en
mercados populares, como el de Sonora en la Ciudad de México. En ellos se pueden
comprar yerbas, veladoras, lociones, figurillas, amuletos, joyería, libros de rezos y toda
clase de artículos relacionados con el culto a la Santa Muerte. También existe un sitio
oficial del culto y una revista semanal, que se distribuye en puestos de periódicos
y centros comerciales como Walmart y Sanborns, donde se ofrecen testimonios de
las manifestaciones y milagros de la santa, así como oraciones y ritos.31 Los libros
y folletos que abordan la misma temática, como el ya citado de Oriana Velázquez,
son igualmente abundantes. De este modo, el culto a la Santa Muerte también se
ha convertido en un próspero negocio.
“Si las muertes medievales eran típicamente públicas, rutinarias y
domésticas, las muertes modernas son característicamente privadas, institucionalizadas
y están bajo el control de profesionales […] La muerte moderna, en contraste
con la monstruosa figura que obsesionaba la imaginación secular de los talladores de
sepulcros reales en el siglo xvi, ha sido eficazmente expulsada del mundo cotidiano
del hombre industrial […] [de tal modo que] el problema de la muerte se ha resuelto,
no por convicción religiosa sino por un sistema de prácticas seculares que neutralizan
el horror de la muerte física”.55 El estado de la cuestión que presenta Turner no es
posible aplicarlo de manera cabal a la sociedad mexicana, especialmente a la población
vulnerable o a los sectores que se dedican a actividades riesgosas, pues para ellos la
muerte sí resulta rutinaria y pública, de modo que, lejos de desincrustarla del marco
de las creencias religiosas, la reubican y reinventan. Ya que la presencia de la muerte
es constante en sus vidas, buscan aliarse con ella para ser favorecidos por sus gracias
y poderes, seguramente superiores a los de los santos convencionales. Por otra parte,
debido a la plurisignificación de la Santa Muerte, sectores delictivos, vinculados de
manera tradicional con prácticas satánicas, también han hecho suya la veneración
de este icono que abre amplias expectativas de protección y ayuda.

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